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Japon - Día 8

 

Japón 2025

Kanazawa (15/03/2025)

De nuevo regresamos a los Alpes Japoneses y de nuevo regresabamos al fresquito...para comenzar Kanazawa 🧊❆⛄

Salimos del hotel y fuimos a por el coche que tuvimos que aparcar al otro lado del puente Seogawa donde habia varios parkings públicos...aunque elegimos todos los hoteles con parking, muchos nos aconsejaban aparcar en parkings cercanos en vez del suyo propio mucho más caros. 600y vs 1400y

Nuestra calle, en la National Route 157, mucho más tranquila por la mañana temprano.

Kanazawa, capital de la prefectura de Ishikawa, floreció como ciudad castillo durante el período Edo bajo el dominio del poderoso clan Maeda, uno de los más ricos después de los Tokugawa.

Es famosa por su distrito de samuráis (Nagamachi) y sus barrios de geishas como Higashi Chaya-gai, donde aún se conservan casas tradicionales de madera y callejuelas empedradas.

Kanazawa es reconocida por su producción de pan de oro (kinpaku), utilizado tanto en artesanías como en alimentos; puedes incluso probar helado cubierto con pan de oro.

El distrito de Nagamachi conserva las residencias originales de samuráis del clan Maeda, con muros de tierra (tsuchi-kabe), canales de agua y calles estrechas que evocan el Japón feudal.

Nuestra primera visita en Kanazawa fue la Casa Samurai Nomura.

La residencia Nomura-ke fue hogar de una familia samurái de alto rango que servía al clan Maeda; su casa ha sido cuidadosamente restaurada y abierta al público como casa-museo.

El interior de la residencia incluye salas con tatami, puertas corredizas decoradas, armaduras originales y objetos personales, que reflejan la vida refinada de un samurái del período Edo.

El jardín interior de la Nomura-ke, con su estanque, linternas de piedra, arces y cascada, ha sido clasificado como uno de los mejores jardines de villa privada de Japón por la revista Journal of Japanese Gardening.

Desde la planta superior, se puede disfrutar de una vista elevada del jardín zen y apreciar la armonía entre arquitectura y naturaleza.

La residencia también contiene una sala de ceremonia del té, usada históricamente para reuniones formales, rituales y momentos de contemplación estética (wabi-sabi).

El distrito de Nagamachi, donde se encuentra la residencia, mantiene calles empedradas, muros de tierra y canales de agua que crean un ambiente auténtico y silencioso, especialmente fotogénico en días de lluvia o nieve.

Las paredes de barro (tsuchi-kabe) del barrio están protegidas por esteras de paja (komo) en invierno, una tradición local para preservar los muros del clima frío y húmedo.

Además de la Nomura-ke, en Nagamachi se pueden visitar pequeños museos, tiendas de artesanía, y casas convertidas en cafés o galerías, que mantienen la estética tradicional del período Edo.

Después de ver la casa del Samurai y pasear por el barrio Nagamachi no fuimos al cercano Santuario Oyama.

El Santuario Oyama fue construido en 1599 para consagrar al señor feudal Maeda Toshiie, fundador del dominio de Kaga y figura clave en la historia de Kanazawa.

El santuario está rodeado por jardines tranquilos, estanques, puentes de piedra y linternas, que lo convierten en un lugar de descanso y meditación en pleno centro de Kanazawa.

Su característica más llamativa es la puerta principal (Shinmon), construida en 1875 con una mezcla única de estilos japonés, chino y europeo, incluso con vitrales de colores, algo muy raro en santuarios sintoístas.

Dentro del recinto se encuentra una estatua ecuestre de Maeda Toshiie, así como relicarios y objetos relacionados con el clan Maeda.

El santuario es particularmente hermoso en primavera, cuando los cerezos florecen alrededor del estanque, y en otoño, con los arces teñidos de rojo y naranja.

Oyama Jinja está cerca de otros puntos importantes como el castillo de Kanazawa y el mercado Omicho, lo que lo convierte en una parada ideal dentro de un recorrido a pie por el centro histórico.

Después de ver el santuario por la puerta Nezumita-mon, accedimos al jardín Gyokusenin Maru desde donde se accede también al Parque del Castillo de Kanazawa. El jardín Gyokusen'inmaru, situado en la parte suroeste del parque, fue restaurado en 2015 con base en documentos antiguos, y ofrece un entorno paisajístico tradicional con estanques, puentes y casas de té.

Aáun así regresamos a por el coche y nos tomamos un pequeño almuerzo antes de visitar el castillo..que es bastante grande.

Ya con las pilas cargadas...homenaje a mi padre y regresamos al entorno del parque del Castillo de Kanazawa.

El Castillo de Kanazawa fue originalmente construido en 1580 por el clan Maeda, y sirvió como su sede durante más de 280 años, consolidando el poder del Dominio de Kaga, el segundo más rico de Japón después del Tokugawa.

El castillo fue devastado por incendios en varias ocasiones, el más grave en 1881, y muchas de sus estructuras actuales son reconstrucciones fieles en madera basadas en planos históricos y fotografías.

El edificio más destacado es el Gojukken Nagaya (almacén de 90 ken de largo), una reconstrucción impresionante que muestra las técnicas de carpintería de la era feudal sin uso de clavos.

La estructura incorpora muros blancos hechos con yeso (shikkui) resistente al fuego y tejas de plomo, utilizadas para defensa y como reserva de munición en caso de asedio.

Desde los pisos superiores de los almacenes y torres se obtienen vistas panorámicas del parque, el jardín Kenroku-en y la ciudad de Kanazawa

El Parque del Castillo de Kanazawa ocupa más de 100 hectáreas y fue convertido en espacio público en 1996, ofreciendo acceso libre y gratuito al área verde e histórica.

El castillo tenía una función tanto residencial como militar, y su trazado está pensado para dificultar el acceso enemigo mediante murallas anguladas y patios escalonados.

Las murallas de piedra son especialmente destacables por sus patrones de ensamblado: algunas tienen forma curva y otras presentan bloques en forma de abanico, indicativo del refinamiento estético del clan Maeda.

La zona está plantada con más de 1,000 cerezos, y en primavera se convierte en uno de los mejores lugares para disfrutar del hanami (observación de flores de cerezo) en la ciudad.

El parque cuenta con canales, caminos empedrados, senderos de grava y zonas de descanso que permiten un recorrido relajado.

En otoño, los arces y ginkgos dentro del parque tiñen los jardines de rojo, amarillo y dorado, con zonas de iluminación nocturna durante festivales.

En el centro de visitantes del castillo hay maquetas, paneles explicativos en varios idiomas y demostraciones sobre técnicas de construcción tradicional japonesa.

El interior de las estructuras reconstruidas está abierto al público y permite observar de cerca los complejos sistemas de armaduras de madera, techos entrelazados y vigas sin clavos, demostrando la maestría carpintera de la época Edo.

La puerta Ishikawa-mon, una de las pocas partes originales del castillo, fue construida a principios del siglo XVII y está clasificada como Bien Cultural Importante de Japón.

El castillo no tenía un tenshu (torre principal o torreón) como otros castillos japoneses; su función principal era administrativa y residencial, no tanto defensiva.

Uno de los puntos más curiosos es el almacén de arroz restaurado, que muestra cómo se almacenaban los tributos en especie que sostenían el poder económico del clan Maeda.

La puerta Hashizume-mon Tsuzuki-yagura y su torre adyacente han sido reconstruidas con técnicas tradicionales, y forman un conjunto que da idea de la majestuosidad que alguna vez tuvo el castillo completo.

Desde el castillo muy cerquita se llega a Kenroku-en.

Kenroku-en fue creado en el siglo XVII por el clan Maeda, señores del dominio de Kaga, como jardín anexo al Castillo de Kanazawa.

Su nombre significa “Jardín de las Seis Virtudes”, que alude a la combinación ideal de seis elementos: amplitud, reclusión, artificialidad, antigüedad, agua abundante y vistas panorámicas.

El diseño del jardín sigue el estilo kaiyū-shiki, o jardín de paseo, donde se recorre a pie por senderos que revelan paisajes cambiantes en cada curva.

Fue abierto al público en 1874, durante el período Meiji, tras el declive del sistema feudal, y desde entonces ha sido mantenido con gran esmero.

El jardín ha sido designado como Lugar de Especial Belleza Escénica de Japón, uno de los más altos reconocimientos culturales del paí

Y lo primero que hicimos fue buscar la famosa Kotoji Toro para hacernos la foto del pamfleto de la entrada.

Kenroku-en alberga más de 8,000 árboles y plantas, incluyendo cerezos, pinos, ciruelos, arces y glicinas, que brindan color durante todo el año.

Y es que esta es una de sus postales más icónicas, la linterna de piedra Kotoji-tōrō, con dos patas asimétricas, que se alza junto al estanque y simboliza equilibrio e iluminación.

El jardín cuenta con varios estanques ornamentales, siendo el más grande el Kasumiga-ike, con una isla en el centro y puentes de piedra

Otro atractivo es la fuente de agua natural más antigua de Japón, que fluye sin bomba gracias a la diferencia de presión entre estanques.

Dentro del jardín se encuentra la Villa Seisonkaku, construida en 1863 por el daimyō Maeda Nariyasu para su madre, con interiores bien preservados y colecciones de arte decorativo.

Hay varias casas de té tradicionales en el jardín, como Shigure-tei, donde los visitantes pueden disfrutar de matcha con vistas al paisaje.

Los caminos de grava, puentes curvos y senderos de piedra están diseñados para crear perspectivas escénicas diferentes en cada estación.

El jardín está decorado con piedras ornamentales, linternas, cascadas y bancos de descanso, que reflejan los principios estéticos del wabi-sabi.

Después de visitar el jardín en una tienda de regalos adyacente, pues picoteamos un poco...ñam ñam

Nuestra última visita en Kanazawa fue el templo Ninja (Myōryū-ji). Cuando llegamos estaba cerrado ya que hay que verlo previa reserva. Fue un poco extraño, porque simplemente tuvimo que llamar a un telefonillo que había allí mismo en el jardin, donde puedes hacer la reserva incluso para ese mismo momento.

La visita estaba muy bien organizada, aunque no se podían hacer fotos. Te sentabas descalzo en el salón de entrada y te daban un cuaderno en tu idioma y luego te enseñaban cada rincon del templo al detalle.

Aunque no tiene relación directa con ninjas, Myōryū-ji fue construido en 1643 por el clan Maeda como templo fortificado secreto, repleto de trampas, pasadizos ocultos, escaleras falsas y puertas secretas para servir de refugio o defensa en caso de ataque.

El templo cuenta con 4 pisos externos y 7 niveles internos, más de 20 salas, escaleras camufladas y túneles ocultos, diseñados para confundir a invasores y facilitar la huida.

Del templo de Myōryū-ji salimos en torno a las 14h para llegar a las aldeas históricas de Shirakawa-go y Gokayama en torno a las 15:30h.

Pese a estar todo nevado, la carretera estaba perfecta y el camino hasta llegar fue realmente precioso.

Las aldeas de Shirakawa-go y Gokayama son conocidas por sus casas de estilo gasshō-zukuri, cuyos techos inclinados de paja recuerdan manos unidas en oración, ideales para resistir las fuertes nevadas invernales.

Estos techos tienen una inclinación de 60 grados, permitiendo que la nieve se deslice fácilmente; además, se construyen sin clavos, con técnicas de ensamblaje tradicionales.

Las casas gasshō son de 3 a 5 pisos, y tradicionalmente incluían viviendas, almacenes y espacios para criar gusanos de seda en los pisos superiores.

Wada-ke, en Shirakawa-go, es una de las casas más grandes y mejor conservadas, abierta al público como museo con objetos tradicionales.

Muchas familias aún viven en estas casas y las mantienen con renovaciones periódicas llamadas yui, en las que toda la comunidad coopera para reemplazar los techos de paja...y me encantaban sun coches...

...y mini caminones 💖

Las aldeas son símbolos vivos de la autosuficiencia rural japonesa, con huertos, arrozales, canales de agua, y oficios locales aún en práctica.

Tanto Shirakawa-go (prefectura de Gifu) como Gokayama (prefectura de Toyama) comparten la misma tradición cultural, pero Gokayama mantiene un ambiente más rústico y menos turístico.

Ambas regiones están situadas en el valle del río Shōgawa, rodeadas por las montañas Hida, y ofrecen un paisaje de montaña dramático en todas las estaciones.

En invierno, las aldeas se cubren de nieve, y durante ciertos días las casas se iluminan por la noche, creando un ambiente de cuento muy popular entre fotógrafos.

En primavera, los arrozales recién inundados reflejan las casas y las montañas, mientras los cerezos en flor adornan el entorno.

En verano, los campos verdes, los ríos cristalinos y el canto de las cigarras ofrecen un ambiente sereno y rural.

En otoño, los bosques se tiñen de rojo y dorado, enmarcando las casas con uno de los paisajes otoñales más bellos del país.

La región está integrada en el Parque Nacional Hakusan, y es hábitat de aves, ciervos, osos y una rica variedad de flora alpina.

Ambas regiones conservan tradiciones como la música folklórica Kokiriko, considerada una de las canciones más antiguas de Japón.

También es común encontrar artesanos que producen papel washi, sal fermentada y utensilios de bambú, continuando oficios de siglos atrás.

Hay alojamientos minshuku (casas familiares) que permiten pernoctar en casas gasshō, con cenas tradicionales y baños de estilo japonés...aunque nosotros dormiamos en Takayama.

El valle del río Shōgawa serpentea entre profundos cañones boscosos y conecta las regiones de Gifu y Toyama, siendo vital históricamente para el transporte de madera, papel washi y seda criados en las aldeas gasshō.

Las montañas Hida, también conocidas como los Alpes del Norte de Japón, forman una cadena escarpada y nevada durante gran parte del año, protegiendo a las aldeas y contribuyendo a su aislamiento y conservación.

Para acceder a las aldeas hay que aparcar en un parking bastante grande muy bien indicado y luego hay que cruzar el puente Deai para acceder al pueblo.

A Takayama llegamos ya prácticamente de noche y cayendo aguanieve, aunque la verdad es que el tiempo nos había respetado todo el día.

Con ese tiempo apatecía volver a un restaurante izakaya. Después de intentar en un par de ellos que estaban completos, nos decidimos por este "Karakuri". Algo turístico y por tanto no tan bueno como el que descubrimos en Lida.