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Japon - Día 5

 

Japón 2025

Kioto y Nara (12/03/2025)

Teniamos otro día completo en Kioto y aún no habiamos repetido nada de lo que vimos la otra vez...pero si teniamos tiempo queriamos repetir alguna cosa de la que vimos y nos gustó...

De camino a nuestra primera visita, paramos para nuestro aperitivo diario...7eleven, FamilyMart, Lawson..Japón es como una caja de bombones, nunca sabes el que te va a tocar ☺

Fue lo que a mi más me gustó de Kioto en nuestro anterior viaje, así que repetimos visita y Kiyomizu-dera no me defraudó.

Kiyomizu-dera fue fundado en el año 778 d.C. por el monje Enchin, aunque sus edificios actuales datan principalmente de 1633, durante el periodo Tokugawa.

Su nombre significa “Templo del agua pura”, en referencia a la cascada Otowa, cuyas aguas sagradas fluyen desde el monte Otowa.

El templo está afiliado a la escuela Hossō del budismo japonés, aunque en 1965 se volvió independiente como su propia orden.

Es parte del conjunto de “Monumentos históricos de la antigua Kioto”, inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 1994.

Kiyomizu-dera se ha salvado de numerosos incendios y terremotos, y su estructura actual de madera fue construida sin el uso de clavos.

El templo fue promovido por el general Sakanoue no Tamuramaro, que soñó con el Kannon y financió su primera construcción.

Está dedicado a Kannon Bosatsu (la Diosa de la Misericordia), una de las figuras budistas más veneradas en Japón.

Ha sido destino de peregrinación durante siglos, especialmente por mujeres embarazadas, estudiantes y comerciantes.

El complejo incluye más de 30 edificios, salones y pagodas que se extienden en una ladera boscosa al este de Kioto.

Fue uno de los finalistas para ser una de las “Nuevas Siete Maravillas del Mundo” en la campaña global de 2007.

Desde la terraza se puede ver la Torre de Kioto y parte del centro urbano, generando un contraste visual entre el antiguo Kioto y el moderno.

La terraza está sostenida por 139 pilares de madera de zelkova, y ofrece una vista impresionante del valle y la ciudad de Kioto.

El edificio principal está construido en estilo Kake-zukuri, una técnica para levantar estructuras sobre pendientes empinadas.

La terraza se hizo tan famosa que la expresión japonesa "saltar del escenario de Kiyomizu" significa tomar una decisión valiente.

El salón Okunoin, detrás del principal, ofrece una vista alternativa desde un nivel superior y suele estar menos concurrido.

El templo alberga el santuario Jishu-jinja, dedicado a Ōkuninushi, el kami del amor y los matrimonios.

En Jishu-jinja hay dos piedras del amor separadas por 18 metros: si caminas de una a otra con los ojos cerrados y aciertas, encontrarás el amor verdadero.

Es común ver a jóvenes y parejas rezando por relaciones estables, matrimonios o reconciliaciones sentimentales...también a Dani. 👅

La puerta Nio-mon, de gran tamaño, marca la entrada principal y está custodiada por dos estatuas de deidades protectoras.

El salón Amida-dō y el salón Shaka-dō se dedican a otras importantes figuras del budismo japonés.

Las lámparas de piedra, las pérgolas y los senderos que conectan los distintos edificios están diseñados para armonizar con la montaña y las estaciones.

También se venden omamori (amuletos) para atraer parejas, mantener relaciones o alejar rivales.

El salón Zuigudō, dedicado a la madre de Kannon, tiene un pasaje subterráneo completamente a oscuras que simboliza un renacimiento espiritual.

Kiyomizu-dera es especialmente popular durante la floración del sakura (cerezo) en primavera y el momiji (arce rojo) en otoño.

En otoño, la vista desde la terraza sobre el valle lleno de hojas rojas es considerada una de las mejores de todo Kioto.

También se celebran iluminaciones nocturnas especiales en primavera, verano y otoño, con una atmósfera mágica en el templo iluminado.

El templo se encuentra en el monte Higashiyama, y su sendero de acceso está rodeado de bosques, senderos empedrados y vistas de la ciudad.

El templo aparece con frecuencia en películas, animes y literatura, siendo símbolo del Kioto tradicional y espiritual.

En 2020 concluyó una restauración mayor del techo del salón principal, devolviendo su esplendor sin afectar las visitas al recinto.

El famoso salón principal (Hondō) se alza sobre una colina, y su enorme terraza de madera sobresale a unos 13 metros del suelo.

El tejado del Hondō está cubierto por más de 50 000 tejas de ciprés japonés (hiwada), ensambladas una a una durante la restauración reciente.

Los monjes del templo llevan a cabo ceremonias de purificación y bendiciones que pueden solicitarse en persona, especialmente para protección familiar, negocios o salud.

El templo tiene una fuerte conexión espiritual con la naturaleza, integrando arquitectura, agua, bosque y montaña para expresar la armonía budista con el entorno.

Por supuesto nosotros también realizamos la ceremonia de purificación del agua...unos cogian agua de un chorro, otros de todos...bueno nosotros hicimos un completo.

La pagoda de tres pisos (Sanju-no-to) es uno de los íconos del templo y está pintada en un vibrante rojo bermellón.

En algunas fechas señaladas se celebran ceremonias públicas, como la Kannon-e, donde se muestran estatuas sagradas habitualmente ocultas al público (hibutsu).

El templo ofrece un servicio especial de escritura de sutras (shakyō) para visitantes que deseen realizar una meditación activa copiando textos budistas en silencio...nosotros no estábamos por la labor...mucho que ver aún.

El acceso principal es a través de las calles Sannenzaka y Ninenzaka, llenas de tiendas tradicionales, cerámica de Kiyomizu-yaki, dulces locales y recuerdos.

Muchos visitantes alquilan kimonos para recorrer el área y tomar fotos en los antiguos callejones y escaleras.

El templo es visitado por más de 4 millones de personas al año, siendo uno de los sitios turísticos más concurridos de Japón.

Después del templo Kiyomizu-dera, pues nos fuimos a visitar otro templo cercano pero esta vez desconocido para nosotros: Nanzen-ji

Nanzen-ji fue fundado en el año 1291 por orden del emperador retirado Kameyama, originalmente como su villa imperial convertida luego en templo.

El Sanmon, o gran puerta de entrada de dos pisos, tiene una altura de 22 metros y ofrece una vista impresionante de Kioto; fue reconstruida en 1628 y está abierta al público.

Es el templo principal de la escuela Nanzenji del budismo Rinzai Zen, y se considera uno de los templos más prestigiosos de todo Japón, por encima incluso de los “Cinco Grandes Templos” de Kioto.

Nanzen-ji ha sido destruido y reconstruido varias veces a lo largo de su historia, especialmente durante las guerras Ōnin y posteriores incendios.

A pesar de las reconstrucciones, conserva su atmósfera solemne y su rol central en la enseñanza y práctica del zen japonés.

El templo está rodeado por un denso bosque de cedros y arces, y es especialmente popular en otoño por su espectacular follaje rojo.

El Hojo (salón principal) es famoso por su jardín seco (karesansui) diseñado por Kobori Enshū, maestro del té y paisajista del período Edo.

Las puertas corredizas del Hojo están decoradas con pinturas en tinta sumi-e que representan tigres, paisajes y escenas zen, y están consideradas Tesoro Nacional.

Dentro del complejo también se encuentra el acueducto de ladrillo rojo Suirokaku, construido en 1890 como parte del canal del Lago Biwa, creando un contraste llamativo con la arquitectura tradicional...aunque es un paseo poco interesante y muchos lo usan para salir del templo o acceder a una estatua cercana de un personaje local.

Nanzen-ji no es solo un templo, sino un complejo que incluye subtemplos como Tenjuan, Konchi-in y Nanzen-in, cada uno con jardines y atmósferas diferentes.

Tenjuan, uno de los subtemplos, cuenta con un jardín de musgo y piedra iluminado por la luna, y es famoso por su estética silenciosa y refinada.

La entrada al complejo principal es gratuita, aunque algunos edificios requieren una tarifa para acceder como la subida al mirador del Sanmon..aunque es simbólica.

Estábamos en racha y nuestra maestría visitando templos estaba a prueba, como además era temprano, los templos apenas tenian turistas así que los veiamos con total calma, sin colas, ni masas... de nuevo coche y ya estábamos en Ginkaku-ji.

Nuevo homenaje a mi padre y ya estábamos en Ginkaku-ji que fue construido en 1482 por el shōgun Ashikaga Yoshimasa como su villa de retiro, siguiendo el ejemplo de su abuelo, Ashikaga Yoshimitsu, creador del Kinkaku-ji.

Su nombre oficial es Jishō-ji (慈照寺), que significa “Templo de la Luz de la Compasión”, aunque es conocido popularmente como el “Pabellón Plateado”.

El templo está rodeado por un refinado jardín seco (karesansui) con un montículo cónico de arena blanca llamado Kōgetsudai (“Plataforma para mirar la luna”). Frente al pabellón se extiende un jardín de arena ondulada, conocido como Ginshadan (“Mar de plata”), que refleja la luz de la luna por las noches.

Tras la muerte de Yoshimasa, la villa fue convertida en templo zen de la escuela Rinzai, conservando su carácter artístico y meditativo.

Fue uno de los principales centros de desarrollo del Higashiyama Bunka (Cultura de Higashiyama), que influenció profundamente el arte, la jardinería y la ceremonia del té en Japón.

A diferencia del Kinkaku-ji, el pabellón nunca fue recubierto de plata, aunque originalmente se planeó; su aspecto austero refleja el espíritu del wabi-sabi: belleza en la imperfección y la simplicidad.

El pabellón principal tiene dos pisos: el inferior de estilo residencial japonés y el superior de estilo zen, coronado por una estatua de fénix en el techo.

El jardín de paseo circundante incluye caminos, estanques, puentes de piedra y puntos elevados que ofrecen vistas del templo y del bosque que lo rodea.

El conjunto está diseñado para ser contemplado en todas las estaciones: flores en primavera, verdor en verano, colores intensos en otoño y silencio nevado en invierno.

Ginkaku-ji representa la espiritualidad interior del zen japonés, más sobrio que el ostentoso Kinkaku-ji, siendo una fuente de inspiración estética y filosófica.

El templo fue inscrito en 1994 como parte del Patrimonio Mundial de la UNESCO, dentro del conjunto “Monumentos históricos de la antigua Kioto”.

El montículo de arena Kōgetsudai, con su forma de cono truncado, se dice que simboliza el monte Fuji o una plataforma para observar la luna reflejada en la arena plateada.

Aunque más discreto que otros templos famosos, Ginkaku-ji ha influido profundamente en la estética japonesa tradicional, desde la ceremonia del té (chanoyu) hasta el jardín seco zen.

En días de lluvia o niebla, el templo adquiere una atmósfera especialmente contemplativa, y el brillo tenue del musgo y la arena húmeda realzan su carácter introspectivo.

La entrada principal conduce directamente al Camino del Filósofo (Tetsugaku no Michi), un sendero peatonal bordeado de cerezos que conecta con otros templos...y la recomendación de mi amigo Israelí que me ahorró la caminata en Magome.

El Camino del Filósofo recorre aproximadamente 2 kilómetros siguiendo un canal de agua del lago Biwa, desde Ginkaku-ji hasta Nanzen-ji, al pie de las colinas Higashiyama.

Su nombre honra al filósofo Nishida Kitarō, uno de los pensadores más influyentes de Japón, quien solía caminar por esta ruta a diario mientras meditaba.

El camino está bordeado por más de 400 cerezos, que en primavera lo convierten en uno de los lugares más emblemáticos de Kioto para disfrutar del hanami (observación de los cerezos en flor).

A lo largo del sendero hay pequeños santuarios, templos y tiendas artesanales, como Hōnen-in, Eikan-dō y Otoyo-jinja.

El canal que lo acompaña fue parte del proyecto del Canal del Lago Biwa en el siglo XIX, y todavía conserva su uso original como sistema de riego y transporte de agua.

En otoño, el camino se transforma con los colores rojizos y dorados del follaje, creando una atmósfera poética y silenciosa, especialmente al amanecer...nosotros al comienzo de la primavera apenas puedimos ver algunos arboles en flor.

La ruta es completamente peatonal, lo que permite disfrutar del paseo sin tráfico, con bancos y rincones sombreados ideales para descansar o leer.

Hay pequeñas esculturas, fuentes y tablillas votivas a lo largo del trayecto, muchas con inscripciones filosóficas o deseos personales dejados por los visitantes.

El recorrido fue fácil y rápido y aunque no lo teniamos contemplado al principio del día, empezamos a pensar que podiamos tener tiempo para ir a Nara.

El templo de Tōfuku-ji fue nuestra última visita de Kioto. Tōfuku-ji fue fundado en el año 1236 por el regente imperial Kujō Michiie, quien deseaba crear un templo comparable en escala a los famosos Tōdai-ji y Kōfuku-ji de Nara

El Sanmon (puerta principal) de Tōfuku-ji es la más antigua y grande de las puertas Zen en Japón, construida en 1425 y clasificada como Tesoro Nacional.

El nombre del templo deriva de la combinación de esos dos nombres: Tō-dai-ji y Kō-fuku-jiTōfuku-ji.

El primer abad fue Enni Ben’en, un monje que estudió el zen en China y trajo consigo prácticas del linaje Rinzai, a las que se sumaron enseñanzas de la tradición esotérica Tendai.

Tōfuku-ji es el templo principal de la escuela Tōfukuji del budismo Rinzai Zen, y uno de los "Cinco Grandes Templos Zen de Kioto" (Kyoto Gozan).

Aunque ha sufrido múltiples incendios a lo largo de los siglos, muchas de sus estructuras actuales datan del siglo XIV al XIX, restauradas siguiendo su diseño original.

El complejo conserva una atmósfera solemne y monástica activa, ya que alberga uno de los mayores monasterios Zen operativos de Japón.

Es bastante grande así que mapa y de nuevo homenaje a mi padre en este viaje. ☝

Uno de los mayores atractivos de Tōfuku-ji es el puente cubierto Tsūten-kyō, que conecta el salón principal con otros edificios atravesando una profunda garganta boscosa.

Este valle, llamado Sengyokukan, está lleno de arces japoneses (momiji), que lo convierten en uno de los lugares más espectaculares de Kioto en otoño.

Durante el pico de kōyō (foliación otoñal), las hojas rojas, naranjas y doradas crean un túnel de fuego visto desde el puente, atrayendo a miles de visitantes...una pena no verlo así aunque vimos fotos y es espectacular.

Las vistas del valle desde Tsūten-kyō evocan una sensación de elevación espiritual, como si uno caminara por un paso entre el mundo físico y el contemplativo.

Tōfuku-ji sigue siendo un centro activo de formación monástica, donde novicios zen practican zazen (meditación sentada), sutras, jardinería y silencio ritual.

El templo incluye también pequeños subtemplos (tatchū), como Reiun-in, Komyō-in y Ryōgen-in, cada uno con su propio jardín y atmósfera serena.

El complejo está rodeado de muros de tierra, bosques de bambú y senderos de piedra, lo que refuerza su ambiente de retiro y conexión con la naturaleza.

Contemplado lo que pudo ser y no fue..imaginando todos esos arces japoneses en rojo.

El Hondō (salón principal), reconstruido en 1934 tras un incendio, es un amplio pabellón con suelos de tatami donde se celebran ceremonias y enseñanzas zen.

El Hojo (residencia del abad) es especialmente famoso por sus cuatro jardines zen, diseñados por Mirei Shigemori en 1939, uniendo estética moderna con principios tradicionales.

El jardín norte presenta un patrón de cuadrados de musgo y piedra, simbolizando armonía entre orden humano y naturaleza.

El jardín sur, de estilo karesansui (jardín seco), tiene un diseño asimétrico con piedras verticales que representan islas flotando en un mar de grava rastrillada.

El jardín oeste está compuesto por piedras alineadas en forma de cruz, simbolizando constelaciones, y el jardín este tiene líneas de musgo que evocan ondas concéntricas.

La estética minimalista y simbólica de estos jardines invita a la contemplación silenciosa y son considerados una obra maestra del zen moderno.

El puente Tsūten-kyō fue construido en el siglo XIII y restaurado en varias ocasiones; su nombre significa “Puente que conduce al cielo”, evocando su uso simbólico como pasaje hacia la iluminación.

La estructura es completamente de madera sin clavos visibles, con techo de tejas y pilares que descansan sobre una ladera arbolada, creando una armonía perfecta con el entorno.

El valle Sengyokukan, cuyo nombre significa “Garganta del lavado de jade”, está surcado por un pequeño arroyo, y en otoño se llena de más de 2,000 árboles momiji, formando un espectáculo cromático natural.

Desde el interior del puente se pueden observar las cuatro estaciones en su máximo esplendor: cerezo en primavera, verde profundo en verano, fuego rojo en otoño y nieve en invierno.

Con este último templo, dimos por concluida nuestra nueva visita a Kioto y nos fuimos derechos a Nara que estaba a tan solo 43 Km y aun con todo lo que habiamos visto, tan solo eran las 15:15h...

En menos de una hora estábamos en Nara...y decidimos regresar al Tōdai-ji, aunque esta vez al llegar en coche accedimos por una entrada lateral, por lo que pareció que el sitio había cambiado radicalmente...pero no. ☺

Tōdai-ji se encuentra a unos 20 minutos a pie desde la estación Kintetsu Nara, atravesando el Parque Nara lleno de ciervos, estanques y senderos históricos...que fue por donde accedimos la vez anterior.

A pesar de su enorme escala y fama, el ambiente en muchas zonas del templo sigue siendo sereno y contemplativo, especialmente temprano por la mañana o al atardecer.

Tōdai-ji fue fundado en el año 752 d.C. por el emperador Shōmu, como un centro para unir espiritualmente al país y protegerlo de epidemias y desastres.

El templo pertenece a la escuela Kegon del budismo, una corriente basada en la enseñanza del sutra Avatamsaka (Kegon-kyō), conocida por su visión cósmica e interconectada del universo.

Fue el templo principal de todos los templos provinciales de Japón (kokubunji), y el más importante del sistema religioso imperial del siglo VIII.

El gran salón principal (Daibutsuden) fue construido para albergar al Gran Buda de Nara (Nara Daibutsu, Vairocana), símbolo de la iluminación universal.

En su época, la construcción del Daibutsuden y del Buda fue una empresa nacional, financiada con ayuda de miles de personas, incluidos campesinos y artesanos.

El templo sufrió destrucciones parciales por incendios en los siglos XII y XVI, y la estructura actual fue reconstruida en 1709, aunque es un 30% más pequeña que la original.

A pesar de su reducción, el Daibutsuden sigue siendo el edificio de madera más grande del mundo, con 57 metros de largo, 50 metros de ancho y 49 metros de alto.

Tōdai-ji fue inscrito como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1998, como parte de los “Monumentos históricos de la antigua Nara”.

La estatua del Daibutsu mide 15 metros de altura, pesa aproximadamente 500 toneladas, y representa a Vairocana (Birushana Butsu), el Buda cósmico.

Fue fundida originalmente en bronce, con ayuda de técnicas traídas desde China, y recubierta con una capa de oro mediante hojas de pan de oro.

El rostro del Buda mide casi 3 metros de alto, y sus manos extendidas simbolizan la protección y la enseñanza.

A ambos lados del Buda se encuentran dos bodhisattvas protectores, y detrás de la estatua hay un halo con 16 figuras budistas talladas en él.

A lo largo de los siglos, varias partes del cuerpo han sido restauradas, incluida la cabeza, que fue rehecha en el período Kamakura.

El Daibutsuden también contiene una columna con un agujero en su base, del tamaño de la fosa nasal del Buda: quienes logran pasar por él se dice que obtendrán iluminación en su próxima vida...lamentablemente hay que hacer un extricto régimen para lográr la iluminación 😅

En el Nigatsudō se celebra cada marzo el famoso ritual Omizutori, donde monjes portan antorchas encendidas sobre el balcón como acto de purificación y renovación espiritual.

La zona de Tōdai-ji se extiende por el Parque de Nara, e incluye pabellones, caminos arbolados, jardines y zonas donde pastan libremente los ciervos sika, considerados mensajeros de los dioses.

El complejo incluye también el Hokkedō (salón de la ley del loto), uno de los edificios más antiguos del templo, usado para rituales devocionales.

Tōdai-ji sigue siendo un templo activo, donde se celebran ceremonias religiosas, rezos colectivos, lecturas de sutras y retiros monásticos.

Visitantes pueden encender inciensos frente al Daibutsuden y escribir deseos en tablillas votivas (ema), siguiendo la tradición budista.

El templo ofrece ocasionalmente sesiones públicas de zazen (meditación sentada) y visitas guiadas con explicación religiosa y arquitectónica.

Los rituales de Keka (confesión y purificación) y Shuni-e (ceremonia de arrepentimiento) han sido celebrados de forma ininterrumpida desde el siglo VIII.

Tōdai-ji cuenta con un museo moderno junto al Daibutsuden, donde se conservan reliquias budistas, esculturas, pergaminos y elementos rituales originales.

En las tiendas cercanas se venden recuerdos tradicionales como miniaturas del Gran Buda, amuletos budistas, y dulces típicos de Nara.

El templo ha aparecido en múltiples películas, documentales y animes, y representa un ícono de la arquitectura religiosa y poder imperial de Japón.

Tōdai-ji no solo simboliza el budismo en Japón, sino también el proyecto político-religioso del estado antiguo para cohesionar el país en torno a la figura del emperador.

A pesar de su enorme escala y fama, el ambiente en muchas zonas del templo sigue siendo sereno y contemplativo, especialmente temprano por la mañana o al atardecer.

La puerta Nandaimon (Gran Puerta Sur) es una colosal estructura de madera que da acceso al recinto, flanqueada por dos estatuas guardianas Niō de 8.5 metros.

Estas estatuas, talladas por los escultores Unkei y Kaikei en el siglo XIII, son consideradas obras maestras del arte budista japonés.

La entrada principal está adornada con linternas de piedra, y el camino que lleva al Daibutsuden es una de las rutas más transitadas de turistas y peregrinos en Japón.

Visto que habiamos llegados muy justos en hora, para poder entrar y ver el Daibutsu (estaban cerrando cuando llegamos y entramos por los pelos) y después de tantos templos que habiamos visto ese día renunciamos a visitar el otro gran templo de Nara, el Tōshōdai-ji. Tampoco nos dio tiempo a ver el Yakushi-ji.

Lo reconozco...lo cambiamos por un Katsudón que después de todo el día sin parar..que decir ñam ñam...riquísimo. 

Después del breve tenteenpie nos dirigimos a nuestro hotel en Osaka a unos 40 Km.

Junto al hotel aparcado estaba este Honda N-Box, mi coche preferido de Japón...no se que tiene pero me encanta.

De hecho compré una replica en juguete en una tienda..así que me lo pude llevar aunque sea en pequeñito. 💓

Una vez hicimos el check-in, pues salimos a dar una vuelta y cenar algo más...no con mucha hambre pero bueno...

Esta es la mejor foto que tengo de la cena..creo que Dani os podrá dar una mayor descripción del lugar, la plancha y la nevera del "restaurante". Cenamos en la barra y nos dimos unas risas.. era reir o llorar. Por suerte no cogimos una gastroenteritis y nuestros estómagos aguantaron la prueba. 💣