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Japon - Día 11

 

Japón 2025

Nikko (18/03/2025)

Realmente, lo que habiamos venido a ver que era el puente Shinkyō, ya lo habiamos visto, así que el día lo dedicamos a ver Nikko y su entorno natural que es increible, y nos dimos cuenta que quizás es un sitio donde haber dedicado incluso otro día, por todas las cosas que hay que ver y hacer.

El lago Chūzenji se formó hace unos 20,000 años tras la erupción del monte Nantai, cuyas laderas aún dominan el paisaje y ofrecen rutas de senderismo con vistas espectaculares al lago.

El entorno del lago, dentro del Parque Nacional Nikkō, combina aguas cristalinas, bosques de hayas y arces, y pueblos termales como Chūzenji Onsen, que ofrecen baños con vistas al agua y a las montañas.

Creiamos que habiamos salido ya de la nieve y el frío y nos encontramos -4 grados cuando llegamos al lago por la mañana temprano. El objetivo era un mirador sobre el lago pero no pudimos llegar ya que la carretera estaba cortada por la nieve, así que aparcamos en un parking frente al lago para hacer unas fotos.

A orillas del lago se encuentra la cascada Kegon, de 97 metros de altura, considerada una de las tres más bellas de Japón, especialmente impresionante durante el follaje otoñal.

Hay un ascensor para acceder a la base de la cascada, pero aún no habian abierto y había muchos turistas esperando en el parking para acceder y bajar. Nosotros simplemente accedimos al mirador superior gratuito donde la cascada se ve perfectamente. Hay 2 niveles o 2 plataformas para hacer fotografias.

Como hacía mucho frio, decidimos omitir el bajar a la base de la cascada, ya que tampoco era Iguazú y bajamos de nuevo la carretera de montaña para visitar el complejo de santuarios y templos de Nikkō, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Aunque se puede acceder andando desde el puente Shinkyō, nosotros aparcamos en uno de los muchos parkings publicos del complejo. Además están gestionados por distintas empresas o personas asi que hay bastante diferencia en los precios...nosotros nos metimos en el primero y más caro ☺☝

Nos es un simple santuario y el complejo es bastante grande, así que se tarda bastante en visitarlo.

Primero fuimos al más importante, el santuario Nikkō Tōshō-gū. Lo primero que encontramos es la pagoda de cinco pisos, situada junto a la entrada, está decorada con colores vivos y presenta un sistema antisísmico tradicional mediante un eje central suspendido.

El santuario Nikkō Tōshō-gū fue fundado en 1617 para consagrar a Tokugawa Ieyasu, fundador del shogunato Tokugawa, que gobernó Japón por más de 250 años.

La famosa talla de los Tres Monos Sabios (mizaru, kikazaru, iwazaru) en el establo sagrado Shinkyū-sha simboliza la enseñanza moral de “no ver, no oír, no decir el mal”.

El santuario está enclavado en un bosque de cedros japoneses de más de 400 años, plantados para proteger y ennoblecer el camino de acceso.

Originalmente era un santuario relativamente modesto, pero fue ampliado y decorado suntuosamente en 1636 bajo el mandato de su nieto, el shōgun Tokugawa Iemitsu.

Es el más famoso de los más de 130 santuarios Tōshō-gū repartidos por Japón, y está considerado el principal centro de culto a Ieyasu.

Forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO junto con otros templos y santuarios de Nikkō desde el año 1999.

El santuario combina elementos de la arquitectura sintoísta y budista, en un estilo sincrético característico del período Edo.

Alberga más de 55 edificaciones, muchas decoradas con tallas policromadas y hojas de oro, rodeadas por un bosque de cedros centenarios.

Es un símbolo no solo religioso, sino también político, ya que legitimaba la autoridad de la familia Tokugawa.

La puerta Yōmei-mon, también conocida como “Puerta del Sol Poniente”, está recubierta de intrincadas tallas y colores vivos, y está catalogada como Tesoro Nacional.

Yōmei-mon presenta más de 500 esculturas que incluyen animales reales y mitológicos, flores, sabios chinos y escenas alegóricas.

La Puerta Kara-mon luce lacado blanco y esculturas de dragones y flores, y servía como acceso directo al recinto más sagrado.

La mezcla de estilos y la exuberancia decorativa rompen con la sobriedad típica de los santuarios sintoístas, reflejando el poder y riqueza de los Tokugawa.

El salón principal (Honden) y el Haiden (sala de oraciones) están conectados por un pasillo cerrado, decorado con pinturas y pan de oro.

El santuario utiliza techos de corteza de ciprés (hiwadabuki), una técnica tradicional que requiere renovación periódica y gran destreza.

Otra talla célebre es la del Gato Dormido (Nemuri-neko), atribuida al maestro artesano Hidari Jingorō, símbolo de paz y protección.

El recinto incluye senderos de piedra cubiertos de musgo que conducen a zonas de oración, torii y pagodas.

La tumba de Tokugawa Ieyasu se encuentra en la parte más alta del complejo, tras subir largas escalinatas de piedra rodeadas de naturaleza.

La ubicación y disposición del santuario siguen principios de geomancia y feng shui, buscando armonía entre arquitectura y entorno.

Cada mayo y octubre se celebra el Gran Festival de Primavera y Otoño, que incluye el famoso desfile de 1 000 guerreros samuráis vestidos con armaduras tradicionales (Hyakumono-Zoroe Sennin Gyoretsu).

Durante estos festivales se realizan recreaciones de procesiones y ceremonias en honor a Ieyasu, así como competiciones de arquería a caballo (yabusame).

El acceso al santuario implica una tarifa, y las visitas suelen durar entre 1,5 y 3 horas para recorrer todos sus edificios y detalles.

Una serie de senderos en el bosque de cedros, comunica unos templos con otros y después de visitar Nikkō Tōshō-gū, el siguiente fue Rin’nōji.

Dejamos a la derecha otro santuario al que luego volveriamos, el santuario Futarasan-jinja, fundado en el año 767 por el monje Shōdō Shōnin, está dedicado a las deidades de las tres montañas sagradas de Nikkō: Nantai, Nyoho y Taro.

Su recinto, rodeado de cedros centenarios, incluye manantiales considerados sagrados y rutas de peregrinación que conectan con el monte Nantai, reflejando la profunda relación entre la fe sintoísta y la naturaleza...y fue el que Dani disfrutó más de todos los santuarios de Nikko.

Pero primero fuirmos después de pasar por el Hall de la entrada al templo Rin’nō-ji.

Rin’nō-ji fue fundado en el siglo VIII por el monje budista Shōdō Shōnin, quien introdujo el budismo en la zona de Nikkō.

Es el templo budista más importante de Nikkō y ha servido como centro espiritual de la montaña sagrada Nantai y sus alrededores.

Pertenece a la escuela Tendai del budismo japonés, una de las ramas más antiguas y de gran influencia en la historia religiosa de Japón.

A lo largo de los siglos, ha sido un punto de encuentro entre el budismo y el sintoísmo, debido a la veneración de las montañas como divinidades.

Rin’nō-ji formaba parte del complejo sincrético junto con el santuario Futarasan-jinja y otros templos de Nikkō antes de la separación forzada de religiones en la era Meiji.

El templo fue designado como Bien Cultural Importante de Japón por su valor histórico, arquitectónico y religioso.

Además de su relevancia religiosa, ha jugado un papel clave en la administración y conservación de otros templos y santuarios de Nikkō.

El edificio más importante es el Sanbutsudō (Salón de los Tres Budas), considerado el salón de madera más grande de la región de Nikkō.

En el interior del Sanbutsudō se encuentran tres enormes estatuas doradas de madera que representan a Amida, Senju-Kannon (Kannon de los Mil Brazos) y Bato-Kannon (Kannon con Cabeza de Caballo).

Estas tres figuras simbolizan las deidades protectoras de las montañas sagradas de Nikkō: Nantai, Nyoho y Taro. En la imagen la torre del tambor.

El Sanbutsudō ha pasado por extensas restauraciones, incluida una gran obra entre 2007 y 2019 para preservar su estructura y ornamentos.

El templo incluye también el Tesoro de Rin’nō-ji, un edificio moderno que alberga reliquias, estatuas, sutras antiguos y objetos rituales.

Los edificios del templo exhiben elementos arquitectónicos tanto budistas como decoraciones inspiradas en la naturaleza y la montaña.

Los techos están cubiertos con corteza de ciprés japonés (hiwadabuki), una técnica tradicional que protege contra la nieve y la humedad.

Dentro del recinto se encuentra el Jardín Shōyō-en, un jardín paisajístico de estilo Edo con estanques, puentes y senderos rodeados de arces y pinos. En la imagen el Kōkamon (Ryūgūmon)


Este jardín fue diseñado para ofrecer vistas cambiantes en cada estación, con cerezos en primavera y follaje rojo en otoño. En la imagen el Haiden, Ai-no-ma, Honden.

Rin’nō-ji participa activamente en los grandes festivales de Nikkō, como el Shunki Reitaisai en mayo y el Shuki Taisai en octubre.

Durante los festivales, los monjes realizan ceremonias y procesiones con trajes tradicionales, reforzando la conexión entre la comunidad local y el templo.

La Yashamon Gate está custodiada por cuatro estatuas de dioses guardianes (Shitennō), cada una situada en una esquina, representando a los protectores de las direcciones cardinales según la tradición budista.

Estas figuras están talladas y pintadas con gran detalle, mostrando armaduras ornamentadas, expresiones intensas y posturas dinámicas que transmiten fuerza y autoridad espiritual.

Los Shitennō no solo cumplen una función simbólica de protección, sino que también representan virtudes como la sabiduría, la justicia, la valentía y la compasión.

La policromía y los dorados que decoran las estatuas han sido restaurados recientemente, recuperando el brillo y los colores vivos originales del período Edo.

Estas figuras marcan la transición entre el mundo profano y el espacio sagrado del templo, advirtiendo a los espíritus malignos que no pueden pasar más allá de la puerta.

Así pues esta vez si nos fuimos a el santuario Futarasan-jinja, donde entre los rituales más populares del santuario está la prueba de fuerza con piedras sagradas (chikara-ishi), donde los visitantes intentan levantarlas siguiendo la tradición de antiguos devotos que demostraban así su fortaleza física ante los dioses.

El Hie Shrine, dentro del complejo, está dedicado a Ōyamakui-no-Kami, deidad de la montaña y la agricultura, y es un lugar frecuentado por quienes buscan protección para cosechas y viajes seguros.

El Daikokuden y el Shinyosha son pabellones secundarios: el primero alberga a Daikokuten, dios de la fortuna y el comercio, y el segundo guarda mikoshi (santuarios portátiles) utilizados durante los festivales anuales, reforzando la conexión del santuario con la vida comunitaria y festiva de Nikkō.

Trás completar las 12 pruebas de Dani en Futarasan, cerramos el capítulo del templos en Nikko y nos fuimos hacia Tokyo, aunque primero paramos en el Kanmangafuchi Abyss, atraidos por su misterioso nombre.

La otra alternativa era la villa imperial Nikko Tamozawa, pero estaba cerrada.

El Kanmangafuchi Abyss es un pintoresco desfiladero formado hace siglos por una erupción del monte Nantai, que desvió el cauce del río Daiya creando rápidos y remolinos.

El sendero principal bordea el río y está enmarcado por una hilera de más de 70 estatuas de Jizō, el bodhisattva protector de los niños, viajeros y almas perdidas.

Las estatuas de Jizō llevan gorros y baberos rojos tejidos a mano por fieles locales, como ofrenda y símbolo de protección espiritual.

Debido a su ubicación apartada, el lugar es tranquilo y poco concurrido, ofreciendo una experiencia de paseo sereno en medio de la naturaleza y la historia...aunque nos dio un poco mal rollo encontrar unos carteles sobre una turista francesa desaparecida en la zona meses atrás.

Las aguas del río Daiya fluyen con fuerza entre rocas cubiertas de musgo, y en días soleados se pueden ver reflejos verdes y azules intensos en la corriente.

Una de las leyendas locales afirma que nunca se puede contar dos veces el mismo número de estatuas de Jizō, pues estos “se mueven” o “juegan” con quienes intentan contarlos.

El acceso a Kanmangafuchi es gratuito y había poca gente, así que lo recorrimos rápido y salimos en dirección Tokyo con la idea de hacer otra parada inesperada antes de tener que devolver el coche de alquiler...

Y esa parada fue para visitar el gran Ushiku Daibutsu.

Buscando información el primer día de viaje sobre el buda del Templo Kotoku-in, encontramos la referencia de que este buda era el más grande de Japón, así que lo apuntamos para porsi teniamos tiempo otro dia cuando estuviesesmos cerca de Tokyo.

El Ushiku Daibutsu se encuentra en la ciudad de Ushiku, prefectura de Ibaraki, y fue terminado en 1993 para conmemorar el nacimiento de Shinran, fundador de la escuela budista Jōdo Shinshū.

Fue construido por la organización religiosa Higashi Hongan-ji como símbolo de paz mundial y para difundir las enseñanzas del budismo.

Su nombre completo es Ushiku Amidabutsu, ya que representa a Amitābha (Amida Nyorai), el Buda de la Luz Infinita.

El área circundante incluye un parque ajardinado con estanques, jardines estacionales y zonas de paseo, creando un ambiente de meditación y contemplación.

Con 120 metros de altura total (incluyendo pedestal y base de loto), fue la estatua más alta del mundo entre 1993 y 2002, y sigue siendo una de las más grandes del planeta.

Solo la figura del Buda mide 100 metros, el pedestal tiene 10 metros y la base en forma de loto otros 10 metros adicionales.

Cada dedo de la mano mide alrededor de 7 metros y la cabeza sola mide más de 20 metros de alto, lo que permite apreciar su escala colosal incluso a distancia.

El interior del Ushiku Daibutsu está dividido en varios pisos accesibles por ascensor, cada uno con exposiciones y espacios de meditación.

En el primer nivel se encuentra el “Mundo de la Luz Infinita”, con paneles dorados y estatuillas que representan la Tierra Pura de Amida.

El segundo nivel es un museo que muestra la historia de la construcción de la estatua y exhibe 3,000 estatuillas doradas de Amida.

El nivel superior, a unos 85 metros de altura, ofrece un mirador panorámico con vistas del monte Tsukuba y, en días despejados, del monte Fuji...un mito como lo de verlo desde el edificio del Ayuntamiento de Tokyo y mira que el día estaba despejado.

Los jardines que rodean la estatua son famosos por sus flores de temporada, especialmente cerezos en primavera y cosmos en otoño.

En el recinto hay un pequeño zoológico y parque infantil, lo que lo convierte en un destino familiar además de espiritual.

Cada agosto se celebra un festival de faroles en el que se iluminan cientos de luces alrededor de la estatua, creando un ambiente mágico al atardecer.

Trás visitar el buda y contentos por haber cumplido todos nuestros objetivos del viaje, regresamos a Tokyo para devolver el coche de alquiler.

Después de hacer el checkin, de nuevo salimos a cenar, contentos por no haber tenido ningún problema con la devolución del coche, y eso que llevábamos un chinazo en la luna que dudábamos si nos traería algún problema pero nada. Recomiendo la empresa Times de alquiler de coches con mucha presencia en Japón para alquilar coche. Todo perfecto. Además tiene muchísimos parkings publícos por todo el país en los que seguramente teniamos preferencia o descuento, aunque eso ya era objetivo para otro viaje.

Aún nos quedó dinero para cenar después de pagar los peajes del ETC. Imprescindible si vas a alquilar un coche en Japón. Pero el viaje no había terminado y aun nos quedaban 3 días completos para visitar Tokyo. ☝☺❤